Algo que me alucinó desde que llegué aquí es que ¡la gente no se corta mirando! En
Europa si alguien te pega un repasillo lo hace muy disimuladamente (bueno
algunos más que otros está claro) y cuando los miras, desvían la mirada ipsofacto. ¡¡Aquí esto no pasa!!
Los tíos miran descaradamente de arriba abajo, y encima se quedan
mirando a ver si les dices algo. Por mucho que les mires con cara de enfado y
en plan “¿tú que miras?”, les da igual!
Una podría sentirse alagada si fuera la única admirada, pero
es que lo hacen absolutamente con todas! No importa que sea fea, guapa, alta o
baja, mientras tenga piernas y un buen par de… ojos, repasan igual.
Además lo hacen
absolutamente todos, en España suelen mirarte solo los de la obra y camioneros, y si
tienes suerte algún que otro despistado, aquí no, aquí todos los hombres repasan!!
Ya sea un carpintero o un director de hospital.
Puedes entrar en un banco a las 12 de la mañana y que haya
un grupo de hombres que están trabajando, da igual, dejan de hacer lo que estén haciendo para mirar hasta que llegas al
final del pasillo. Lo que más miedo me da es que lo hacen incluso los
motoristas y conductores, ven pasar a una chica, pitan con el clacson y giran la cabeza 180º para seguir mirando!!
Además, por si ser objeto de repasos continuados a lo largo
del día no fuera suficiente, en la mayoría de ocasiones los repasos vienen acompañados por sus comentarios correspondientes.
Cuando acabas de pasar son inocentes comentarios del tipo “ai que moça mais
linda” o “coração”, pero a medida que te alejas, la intensidad de los piropos
sube… Yo no alcanzo a comprender que es lo que siguen diciendo, pero lo que me
hace más gracia es que tú pasas de largo y aunque ya no estés allí ellos siguen
comentando lo que harían.
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