Después de dejar el Paraíso nos esperaban dos últimos días muy intensos antes de volver a Sao Paulo. De Jericoacoara cogimos un buggie hasta Tatajuba, un pequeño pueblito en el desierto. Durante el día fuimos a una nueva lagoa y pudimos disfrutar una vez más de la puesta de sol, esta vez sobre las dunas.
Allí en lugar de dormir en el pueblo decidimos hacer turismo comunitario y dormir con una familia local en una casa apartada (es decir, in the middle of nothing). La familia encantadora y un gusto dormir en la nada, ya que todo es calma, hasta que te despierta el gallo a las cinco de la mañana y no para de cantar en una hora!!
De allí en 4x4 nos fuimos al Delta del Parnaiba, para coger una lancha por el río. Para mi fue algo parecido al Amazonas, pero a pequeña escala por supuesto. Los paisajes eran preciosos, aunque lo más divertido (hasta que nos dimos cuenta de que nos estaban acribillando los mosquitos) fue hacernos un tratamiento de belleza natural, es decir enbadurnarnos de barro del río!! La verdad es que funciona, a todos se nos quedó la piel más suave.
Por si lo dudabais, soy la negrita de la derecha
Con la lancha también llegamos a donde se junta el río con el mar, una zona preciosa y donde aprovechamos para hacer mil fotos:
Después del viaje fuimos directos a dormir a Caboure, un pequeño pueblo con encanto, tan pequeño, tan pequeño que literalmente son 5 casas y el encanto se lo da el hecho de que van con energía a motor y a las 10 de la noche se apagan todas las luces... Mirad y juzgad...
De Caboure tomamos un barco hasta Barrerinhas por el río Perguiças. Lo más divertido de todo fue la parada que hicimos para dar de comer a todos los monitos que había...
Por la tarde nos esperaba la mejor parte: el Parque Nacional de Lençois Maranhenses. El nombre lo recibe ya que las dunas parecen lençois (sábanas para los no catalanes o no portugueses. Aunque faltaba agua para llenar las lagunas, ya que no ha llovido mucho este año, las vistas eran preciosas. Y como siempre no pudo faltar una puesta de sol.
Ya la última y definitiva parada fue Sao Luis. Lo típico aquí son los azulejos de las casas, aunque no está muy bien conservada la ciudad aun conserva encanto (esta frase me ha quedado de Lonely Planet total).
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